Hunter's Chronicles

Aqua y Kairi son dos jóvenes normales pero sus vidas se van a unir muy pronto cuando las lleven a una academia de cazadores de vampiros, donde descubrirán su verdadera identidad.

Historia de Aqua

Noche 1: Cielo escarlata

El sol se hundía en la finísima línea del horizonte, tiñendo de rojo el inmenso océano que rodeaba la isla de Más Allá. En el centro de la ciudad Sin Nombre se erigía la enorme Torre del Reloj. En una de las repisas estaba yo, una joven de pelo blanco con tonos azules que le llegaba al cuello; ojos azules más profundos que el mar, grandes y luminosos y mejillas que se teñían de un ligero tono sonrosado que le daba un poco de color a su pálida cara. En las manos llevaba un polo azul a medio comer, que solo yo sabía su sabor.
-¡Aqua!- oí como gritaba una voz masculina- ¡Te están esperando en la plaza central!
-¡Ya voy!- le respondí- ¡Gracias por avisarme, Terry!- Me terminé el polo en dos mordiscos y lo lancé al vacío, tras esto, me levante y me metí por una puerta que daba al interior de la torre.

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Me interné en una de las callejuelas que daba a la plaza central. Cuando llegué vi que el alcalde, el consejero y una joven a la que no conocía de nada estaban manteniendo una acalorada discusión. Me acerqué a ellos con precaución, no me quería ver envuelta en una discusión que seguramente no me incumbía, pero entonces la chica se volvió hacia donde yo estaba.
-¡Hola, Aqua!- me dijo con una sonrisa afable.
-Ho… hola- tartamudeé extrañada, ¿Cómo sabía mi nombre? La joven era muy hermosa, llevaba el pelo pelirrojo cortado de manera desigual, en sus verdes ojos brillaba una mirada feroz y sus carnosos labios se curvaban en una sonrisa enigmática.
-¡Al fin está aquí, señorita Hizumaya!- me dijo el alcalde limpiándose la sudorosa frente con un pañuelo blanco.
El alcalde y el secretario eran dos hermanos sesentones que estaban al poder de la ciudad. El primero tenía el pelo completamente cano y una pequeña perilla se asomaba en el borde d su barbilla, era de estatura baja y tenía una prominente barriga cervecera. El segundo era todo lo contrario, era un hombre alto, delgado y hecho un pellejo, su escaso pelo plateado era grasiento y sus ojos estaban muy envejecidos.
-Bueno, Hizumaya, te presento a la señorita Arua Setsu- dijo el secretario- se va a establecer aquí unos días y nos gustaría que le enseñaras la ciudad, ya que conoces cada palmo de la isla- parecía como si me lo estuviera rogando con la mirada.
-Me gustaría muchísimo que me enseñaras la ciudad- me dijo Arua poniendo ojitos de cordero degollado.
Suspiré y cerré los ojos con cansancio.
-De acuerdo, lo haré

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Levanté el ajado felpudo y saqué de debajo una antiquísima llave azul. Tras colocar el felpudo en su lugar correspondiente, inserté la llave en la cerradura y entré en casa. La oscuridad y el silencio me dieron la bienvenida. Fui entrando en las diferentes habitaciones hasta que llegué a un sencillo cuarto. Encendí la luz y me desplomé en la cama, la caminata por la ciudad me había dejado exhausta. Me dí la vuelta y dirigí la mirada al techo, que años atrás había pintado de negro con puntitos amarillos, tratando asemejarlo al cielo nocturno que solía observar a través de la ventana. Suspiré y me dirigí a la mirada, para observar el verdadero cielo. Tras un largo rato decidí acostarme, pero cuando ya me había dado la vuelta vi por el rabillo del ojo algo que me hizo vacilar, ¿la luna se había vuelto de color rojo o eran imaginaciones mías? Volví a dirigir la mirada a la luna, pero seguía igual, redonda y amarilla.
“Nada, sigue igual que siempre” pensé suspirando otra vez “Debo de haberlo imaginado.”
De repente, un sonoro maullido me sobresaltó, haciéndome dar un respingo.
-¡Solo eras tú, Blackie!- dije llevándome una mano al corazón- ¡me has dado un susto de muerte!
Un gato negro acababa de entrar por la ventana y se estaba restregando contra mi brazo, ronroneando. Era un gato que solía vagar por las calles de la ciudad y me tenía muchísimo cariño, yo era la única persona a la que permitía tocarle.
-Deberías dejar de darme esos sustos, algún día me va a dar un infarto- le reprendí- ven, te voy a dar de comer- le cogí en brazos, con mucha dificultad porque es muy juguetón y nunca se esta quieto, y le llevé a la cocina, donde le puse un platito de leche. Saltó de mis brazos y comenzó a beber ávidamente- Se nota que te gusta ¿eh?
La única respuesta que recibí por su parte fue un ronroneo. Cuando terminó, lo volví a tomar en brazos y lo llevé a mi cuarto, donde le dejé en aquella camita que le había hecho mi madre hacía tanto tiempo.
-La hecho de menos, ¿sabes?- le dije mientras me miraba con los ojos muy abiertos, como si me estuviera escuchando- Ya sé que el accidente fue hace muchísimo tiempo, pero no puedo evitar acordarme de ellos- sacudí la cabeza y me dirigí a mi propia cama- Buenas noches, Blackie, que tengas felices sueños- le dije antes de quedarme dormida.

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Un rayo de sol se adentró por una de las ventanas de mi casa, dándome directamente en los ojos. Parpadeé varias veces y me puse un brazo delante de la cara, para protegerme de la claridad. Bostezando, me levanté y preparé un buen desayuno para mí y para Blackie, después me puse un bikini y e vestí con ropa veraniega, ya que hacía calor. Y por fin salí de casa con Blackie al hombro y una sonrisa radiante pintada en la cara, no sabía bien por qué, pero me sentía de muy buen humor. Tras un buen rato caminando, llegué a la playa, me quité la ropa y me fui directa al agua. Estaba fría, pero yo lo prefería así, el frío me ayudaba a aclararme las ideas. Me bañé, nadé, jugué e incluso cogí un pez. Pero se empezaba a hacer tarde y entonces salí. El calido sol me calentó la piel y me secó el bikini. Cuando estuve totalmente seca cogí un poco de la comida que había traído  y me puse a almorzar, pero Blackie se quejó, se me había olvidado traerle comida, ¡menudo fallo! Menos mal que había atrapado ese pez y se lo dí.
Cuando terminé de comer, el sol estaba en su cénit, estaba precioso. Desde muy pequeña había adorado las puestas de Sol. Me levanté y me encaminé de vuelta a casa, la ciudad estaba muy silenciosa y prácticamente desértica, y sin darme cuenta, me metí en un callejón oscuro, un callejón sin salida. De repente oí un ruido a mis espaldas y me volví y vi a un joven que tendría unos veinte años y que era de muy buen ver.
-¿Qué… qué quieres?- tartamudeé. El cuerpo no me respondía por que, aunque no sabía por que, sentía miedo.
-Nada, estaba pensando que seguro que estás deliciosa- dijo el chico con una media sonrisa peligrosa.
-Co… ¿cómo dices?- le pregunté completamente aterrorizada. Sus ojos me hipnotizaban, no podía apartar la vista de ellos.
-Lo que has oído- dijo acercándose a mí, paso a paso, quería salir huyendo, pero no me podía mover. Sin que me pudiera dar cuenta ya lo tenía encima y me estaba sosteniendo entre sus brazos- no te preocupes, será rápido y solo te dolerá lo necesario.
-No,  por… favor…- le pedí entre susurros- no me hagas daño…
Soltó una tétrica carcajada. Pude ver como sus colmillos se alargaban y se acercaban lenta e inexorablemente a mi garganta descubierta.
-Ni se te ocurra tocarla- oí como decía una voz femenina a la espalda del chico. El chico se dio la vuelta y pude ver detrás de él a la chica de ayer, Arua, que llevaba en la mano una pistola.
-¿Qué haces aquí, cazadora?- le gruñó el chico.
-Mi trabajo- le dijo un segundo antes de apretar el gatillo. El chico se convirtió en cenizas, haciéndome caer al suelo.
-Gra…cias- susurré antes de desmayarme. 


Noche 2: Revelación increíble

<<¿Quién eres?>>

<<No puedo decírtelo, no me está permitido>>

<<¿Por qué?>>

<<Porque somos muy diferentes>>

Plas, plas.
-¡Au!- me quejé, alguien me había abofeteado con mucha fuerza en ambas mejillas- eso duele
-¡Al fin te despiertas!- me gruñó una voz a mi izquierda.
-¿Quién eres y qué haces en mi casa?- pregunté de muy mal humor, incorporándome- ¿Sabes que te podría denunciar por allanamiento de morada?
-¡Cierra el pico!- me dijo dándome un golpe en la cabeza, entonces la miré y vi a Arua, la joven que había llegado ayer a la isla- ¿así me agradeces que te salvara hace dos noches?
-¿Hace dos noches? ¿Cuánto tiempo he estado durmiendo?- pregunté tratando de recordar, pero me levantó un terrible dolor de cabeza.
-Pues eso, llevas dos días durmiendo como un tronco- me dijo frunciendo el ceño.
-¿Dos días?- pregunté aún incrédula- ¡Qué pasada! Nunca había dormido tanto.
-Bueno, menos cháchara y dime, ¿recuerdas algo de lo que ocurrió hace dos noches?- me preguntó con impaciencia.
-Hace dos noches… solo recuerdo unos ojos hipnotizantes y… un disparo- dije con cara de extrañeza-  ¡Ah, si! Y también estabas tú- y de repente, un recuerdo pasó a toda velocidad por mi mente- ¡tú eras la que llevaba la pistola! Mataste a… a… a ese chico- tartamudeé con verdadero terror.
-¡Cierra el pico! ¡Eso no era una persona!- dijo volviendo a golpearme.
¡Au!- me quejé- tienes que quitarte esa manía de golpearme- le dije frotándome la dolorida cabeza- ¿cómo que no era una persona?
-Cuando disparas a una persona normal le sale sangre, y el del otro día, por si no lo recuerdas, se deshizo en polvo- me dijo golpeándome de nuevo.
-¡Au, que dejes ya de golpearme, demonios!- le grité de muy mal humor.
-Te golpeo si me apetece, ¿está claro?- me dijo con mal talante- lo que te atacó fue un básico, un vampiro, para entendernos, pero dime, ¿sentiste algo cuando te atacó el vampiro?
-Sen… ¿sentir algo?- pregunté con mucha extrañeza- pues… aparte del terror paralizante… sentí como un extraño pinchazo en el pecho y el corazón me ardía.
-¡Lo sabía!- sonrío triunfantemente- eres una cazadora.
-¿Una qué?- pregunté con extrañeza.
-Una cazadora, de vampiros- me dijo con muy mal humor- y a partir de ahora yo voy a ser la única persona en la que vas a poder confiar, yo seré tu tutora, en la academia de cazadores. Recoge tus cosas y vámonos.
Me levanté y cogí una mochila, no me llevaría demasiadas cosas. Metí en la mochila algo de ropa limpia y me dirigí a la habitación de mis padres, abrí un cajón y saqué una cajita de terciopelo negro. Todavía recordaba aquel día, yo tenía tan solo cinco años y mi madre me enseñó esa cajita y me dijo dónde la iba a esconder.
-Esta cajita es mi más preciado tesoro, si algún día te vas de casa y yo no te lo pudiera dar, me gustaría que cogieras esta caja y te quedaras con su contenido- me dijo mi madre acariciándome la cabeza, después lo escondió en uno de sus cajones.
Sin darme cuenta había comenzado a llorar mientras acariciaba la caja. Mis padres habían muerto dos días después en un accidente. Me quisieron poner con una familia adoptiva pero yo me escondí para que no lo hicieran y al final conseguí que me dejaran vivir mi vida en paz, yo sola. Me sequé las lágrimas, no quería que Arua me viera llorando. Abrí la caja y dentro había un hermoso collar, un dragón dorado enroscado en un cuerno de unicornio.
“Gracias, mamá” pensé apretando el collar contra mi pecho “Es precioso”
Guardé de nuevo el collar en su caja y lo guardé con mis cosas. Terminé de empaquetar mis cosas y volví a donde estaba Arua esperándome.
-¿Ya terminaste? Eres una tardona- me recriminó entre dientes.
-¡Cállate y vámonos!- dije de mal humor.
-¡No me hables de esa forma!- me gritó dándome otro golpe en la cabeza.
-Me va a salir un chichón de tanto que me pegas- le chillé frotándome la zona dolorida.
-No te quejes tanto y vámonos- dijo tirándome del brazo y sacándome del que había sido mi hogar tanto tiempo.
-¡Espera un momento, me quiero despedir de alguien!- le dije soltándome.
-Que sea rapidito.
Corrí por las habitaciones de la casa hasta que encontré a Blackie, que saltó en mis brazos y comenzó a maullar lastimeramente.
-Me tengo que ir pequeño, no me olvides, ¡vale!- le pedí dándole un beso en el hocico. Después le dejé y volví corriendo a donde estaba Arua y nos fuimos al comienzo de una nueva aventura.


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Llegamos a la costa a eso del mediodía, el sol estaba en la parte más alta del cielo y hacía un calor horroroso.
-¿Qué hacemos aquí?- le pregunté cuando ella se sentó en la arena.
-Esperamos al próximo Ferry- dijo sencillamente.
-¿Al próximo Ferry?- pregunté extrañada.
-Si, un Ferry que lleva a la academia.
-¿Un Ferry que lleva a la academia? ¡Anda ya!
-Si no me crees, ¡allá tu!- me dijo encogiéndose de hombros. Se tumbó en la arena y se llevó los brazos detrás de la cabeza y se dispuso a pasar de mí.
Suspiré y me tumbé a su lado. El sol me calentaba la cara, era muy agradable estar allí tumbada, con el cálido sol y la suave brisa marina…
-¡Aqua! ¡¡Aqua!!- oí como alguien me gritaba, zarandeándome con fuerza y abofeteándome las mejillas.
-¡Au!- me quejé- ¡eres una bruta! Me has dejado las mejillas destrozadas- le dijo frotándome las mejillas, alguien debería enseñarle a esta chica a no pegar a la gente.
-Te has quedado dormida- me dijo cruzando los brazos a la altura del pecho- esto de quedarte dormida se está convirtiendo en una costumbre.
-¡Cállate, me tienes harta!- le chillé de mala manera.
-¡Te tengo dicho que me trates con respeto!- dijo golpeándome, esto se estaba convirtiendo en una mala costumbre.
-¡Qué no me golpees, me vas a dejar la cabeza ahuevada!- le chillé, ya estaba harta.
-¡Vuelvo y te repito que te golpeo si me apetece!- me chilló tratando de golpearme pero le esquivé y le saqué la lengua.
-A ver, para que me despertaste, si puede saberse.
-Por que ya llegó el Ferry y si no queremos perderlo será mejor que nos apresuremos.
Tras decirme esto me agarró del brazo y tiró de mí hacia donde estaba el Ferry.

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-Y aquí dormiremos- me dijo Arua cuando llegamos a nuestro camarote.
Entré y dejé mi mochila en una esquina, después me desplomé en la cama, la verdad, a pesar de haber dormido dos días seguidos y la siesta de antes, me sentía completamente agotada, se escapó irremediablemente un bostezo y se me cerraron lentamente los párpados y en vez de tratar de evitarlo me dejé caer en un profundo sueño.



Noche 3: Un viaje de locura

<<¿Por qué me has elegido ha mí?>>

<<Por tu corazón puro y tus ansias de venganza>>

<<¿Venganza?>>

<<Por lo de tus padres>>

<<Mis padres murieron en un accidente, su muerte no es culpa de nadie>>

<<¿Eso crees?>>

Me desperté por lo incomoda que era la cama, pero descubrí, que no estaba en la cama, si no en el suelo, tumbada de una forma un poco extraña. Levanté la mirada hacia la cama y vi algo raro. Me acerqué y pude ver más de cerca lo que estaba allí tumbado.
-¡Ah, solo es una pantera!- dije dándome la espalda a la pantera negra que estaba tumbada en mi cama.- ¡¿Una pantera?! ¿Qué hace una pantera en mi cama? ¡Oh, no, se ha debido comer a Arua!
-¿Porqué estas montando tanto escándalo?- dijo una voz desde la cama.
Solté un chillido.
-¡La pantera habla!
-Pero que tonterías dices de una pantera parlante- dijo Arua frotándose los ojos- quieres dejar de montar tanto escándalo, algunas intentamos dormir.
-Pe… pe… pe… pe… pero…- tartamudeé señalando a la pantera con la mano temblando.
-Quieres hablar como las personas normales- me riñó dándome, como siempre, un golpe en la cabeza.
-¡Au! De acuerdo, ¡Hay una pantera en la cama!- chillé lo más alto que pude con toda mi histeria contenida.
-¡Ssshhh! Que quieres, que se entere todo el barco- me reprendió dándome otro golpe- esa pantera es mi rastreador.
-Ras… ¿Rastreador?
-Los rastreadores son los que nos ayudan a encontrar vampiros, y ella es Yikkie, mi rastreadora- dijo acariciando con suavidad el lomo de la pantera, que se despertó enormemente la boca- transfórmate, así no llamarás tanto la atención- le dijo tiernamente.
Una luz envolvió a la pantera que comenzó a tomar forma humana. Cuando la luz desapareció y en el lugar de la pantera apareció una chica de pelo negro y ojos amarillos, rasgados. Tenía la ropa desgarrada y uno de los ojos cubierto por un parche.
-Encantada, yo soy Yikkie- dijo la joven tendiéndome la mano.
-E… encantada- dije dándole la mano.
-Yo me vuelvo a la cama- dijo Yikkie bostezando- tengo muchísimo sueño.
-Duerme, mi amor- dijo acariciándole la cabeza- Tú- gritó dirigiéndose a mí- sal del camarote y date un paseo, yo voy a ducharme.
-Vale…- dije con resignación.

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Me apoyé en la barandilla y suspiré. Esa Arua hacía lo que fuese para librarse de mí.
-Es hermoso, ¿verdad?- preguntó una voz masculina a mi lado.
-¿Perdón?- pregunté mirando hacia el lugar del que provenía la voz. Vi a un chico muy guapo. Su pelo Cataño relucía con los rayos del sol y sus ojos eran de un azul eléctrico muy hermoso. No pude apartar mi mirada de sus ojos, eran tan bellos…
-El mar- dijo sacándome de mis ensoñaciones- es hermoso, ¿no crees?
-S… si- logré articular, con toda la brillantez de mi cerebro.
El chico me sonrió y su sonrisa me deslumbró.
-Me llamo Mike Tabuki- dijo tendiéndome la mano.
-A… Aqua- fue lo único que conseguí decirle. Traté de darle la mano, pero me temblaba de tal manera que no lo conseguí.
-¿Te ocurre algo en la mano? Déjame ver- me cogió la mano con delicadeza, sentí como si el corazón me fuera a estallar- Vaya, te dejó de temblar.
-G… Gracias- fue lo único que logré decir.
-¡Qué te tengo dicho de hablar con desconocidos!- dijo una voz que conocía demasiado bien detrás de mí. Entonces supe lo que venía a continuación y me resigné a mi destino. Y lo único que sentí fue el golpe.
-¡Qué no me golpees!- le grité a Arua.
-¡Qué no me hables así!- y recibí un nuevo golpe- ¿Quién es este joven tan guapo?- me preguntó levantando las cejas.
Me puse como un tomate y comencé a tartamudear como una tonta.
-¡Deja ya de hacer el ganso y habla claramente!- dijo Arua golpeándome de nuevo.
-Vale- gruñí- Arua este es Mike Tabuki un chico que acabo de conocer; Mike, esta es Arua, la bruja de mi tutora-Recibí otro golpe, pero mereció la pena.
-Encantado- dijo Mike riéndose.
-Bueno, os dejo solos y no os interrumpo más- dijo con una risilla malévola.
-La odio- dije entre dientes cuando ella ya no podía oírme- es una bruja endiablada.
Mike soltó una carcajada.
-Eres muy graciosa- dijo entre carcajadas- ven, te voy a enseñar un sitio que está muy bien- me agarró del brazo y me llevó por todo el barco hasta que llegamos a una sala llena de juegos que tenía hasta una sala de cine.
-¡Como mola!- exclamé ilusionada.
-No grites- me dijo Mike riendo- eres una escandalosa, ¿sabes?
-Lo se, y no me importa- dije, estaba de muy buen humor y nada me iba a fastidiar la alegría. Le agarré del brazo y probamos todas las cosas que había allí y pasamos un buen rato en la sala de cine, ponían una comedia. Se me saltaban las lágrimas y pensé que a él le iba a dar algo.
Salimos de la sala todavía llorando de la risa, pero entonces me choqué con Arua que tenía la expresión preocupada.
-¿Dónde estabas? Me tenías preocupada- exclamó abofeteándome con dureza- Tenemos un deber que cumplir y tu estás aquí haciendo el tonto con este niño.
-¡No me trates como a una niña!- le chillé frotándome la mejilla- ¡Estoy harta de ti! No eres mi madre.
Pareció que mis palabras habían hecho mella en ella, pero se rehizo y me abofeteó de nuevo.
-Háblame con respeto- me agarró del brazo y tiró de mí.
-¡Ay! ¡Me haces daño!- me quejé tratando de soltarme, sin llegar a conseguirlo.
-Deje de quejarte y sígueme- dijo, su voz era incluso más dura de lo que jamás le había oído.
-Pero… ¿Qué ocurre?- pregunté co la voz al borde del llanto por culpa del dolor.
-Mientras tu estabas pasándotelo pipa, Yikkie ha olido a un vampiro- esas últimas palabras las dijo en un susurro para que solo yo las pudiera oír.
-¡Que!- exclame sin poder creérmelo- ¿Dónde está?
-Cerca de la sala de mandos- dijo con seriedad- Tenemos que apresurarnos.
Corrimos por todo el barco hasta llegar a nuestro destino, allí vimos un charco de sangre en el suelo y a un hombre que estaba en una esquina, aterrorizado. Delante del hombre había otro que llevaba el uniforme del personal del barco.
-¡Deja a ese hombre en paz!- le gritó Arua, sacando la pistola con la que me había defendido la última vez.
El hombre se volvió y vi que tenía la boca manchada de sangre y los ojos azules completamente desorbitados, inyectados en sangre.
-¿Quién me lo pide?- dijo con una sonrisa salvaje y un brillo loco en la mirada.
-Te lo pido yo, una cazadora- dijo apretando el gatillo, tras lo cual el hombre se deshizo en cenizas.
De repente oímos un golpe sordo y vimos como el otro hombre se desplomaba desmayado.
-Esto puede llegar a ser un problema- dijo Arua mirando al hombre.
-¿Qué vamos a hacer con él y con esa mancha de sangre?- le pregunté asustada de poder ser tratada de culpable.
-Tu limpia esa sangre, yo me encargaré del hombre- dijo dándome una fregona.
Y como siempre me tocaba hacer el trabajo sucio, ¡qué lata! Mientras fregaba el suelo vi como ella le daba algo de beber. Cuando terminamos salimos de la sala y fuimos al camarote sin que nadie nos viera.
-¡Voy a ducharme!-dije dirigiéndome al baño- Estoy toda manchada de la sangre del suelo.
-Haz lo que te plazca- me dijo Arua tumbándose en la cama.

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Salí de la del baño secándome el pelo con una toalla y me encontré a Arua y a Yikkie haciendo las maletas.
-Date prisa, acaban de anunciar que dentro de diez minutos llegaremos a tierra- me dijo con voz aburrida.
Comencé a meter lo que había sacado en mi maleta, entonces vi la caja  con el collar de mi madre.
“Te prometo que me haré más fuerte y me convertiré en una buena cazadora” pensé guardando la caja con cuidado.

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Salimos del barco y nos adentramos en un frondoso bosque. La noche había caído y levantamos campamento en un claro de bosque. Mientras Arua hacía fuego, yo preparé un saco de dormir y Yikkie se tumbó al lado del fuego.
-Duérmete, anda- me dijo Arua con tono maternal- mañana será un día muy largo.
Me metí en el saco y trate no dormirme, pero se me caían los parpados y me quedé dormida en seguida.